miércoles, 9 de julio de 2008

El mundo de la vida en el contexto colombiano

EL MUNDO DE LA VIDA” EN EL CONTEXTO COLOMBIANO.


Aproximarse a la complejidad de la filosofía y, en particular, al tema del “mundo de la vida” y “la fenomenología” sin referentes previos, es una labor intelectual un poco difícil; sin embargo, se trata de dar la lucha por no ser inferior a los compromisos adquiridos.


“En este orden de ideas (subjetivas), el mundo de la vida se constituye en la manera como se reconoce el sujeto a sí mismo en el mundo y a los objetos que en él se encuentran. Es la forma como se representa la realidad y como se participa en las “vivencias” cotidianas; la perspectiva caleidoscópica como se interpretan hechos, imágenes, lenguajes, sentidos, etc. Es el encuentro, convergencias y divergencias de muchos sujetos frente a la realidad. La vivencia de ese contexto.

Para el caso, la aplicación del concepto “mundo de la vida” en nuestra realidad. En la búsqueda de la autonomía, la autorresponsabilidad, el diálogo, la participación, el derecho al consenso y al disenso, palabras claves para la convivencia, la democracia y la desgastada paz de nuestro país.

Nos señala el reflexionar acerca de estas palabras como elementos internos del “mundo de la vida” en nuestro contexto, una realidad bastante alejada del concepto “mundo de la vida”; en nuestro país la participación y el disenso cobran vidas a diario; las diferencias comunicativas e ideológicas son castigadas con la muerte; acciones propias de una cultura violenta, donde los conflictos armados, la misma violencia doméstica y callejera son legitimados cotidianamente por los medios de comunicación.

En este sentido, en la lectura del mundo de la vida no juegan las intersubjetividades, pues, además de los comportamientos y las modas, la “doxa”(la opinión), tienden a estandarizarse; de tal manera que las minorías, con algún criterio propio, tienen pocas oportunidades para socializar sus disensos; Con mayor razón en este momento, cuando el estamento de poder es autoritario y cualquier divergencia, dada “la conmoción interior,” puede ser interpretada como “rebelión”.


“Que el filosofo vuel on mayor fuerza la positivización de todo el sistema; con el auge de las tecnologías y la carrera por el estatus, el filósofo, como mediador cultural, debería llegar a todos los lugares del país y estar, inclusive, en las “negociaciones de paz”; sin embargo, al igual que las Facultades de Educación, estas personas tienen a desaparecer, en parte, por sus escasas posibilidades para sobrevivir por medio de su profesión en un sistema capitalista, y por otra, porque la filosofía no está al alcance de todos, al igual que el mundo. Ni “la filosofía sencilla y evidente”, ni la “precisa y abstrusa” (Hume)

Escasas son las personas que pueden acceder a estos mediadores, a la filosofía y a conceptos como “fenomenología”, que suenan bastante extraños a nuestros interlocutores; a pesar de que su esencia sea “la búsqueda de una nueva interioridad de vida y de espiritualidad y su reconocimiento de la inmortalidad del espíritu”, que, aun liberado del estuche que lo alberga, sobrevive en su historicidad; conduce a partir del mundo de la vida “para comprender la construcción social de la realidad; su tema es el mundo como horizonte, pluralidad y diversidad, contexto universal de sentido y fuente inagotable de orientación y validación de nuestras aserciones”. La internalización del concepto “fenomenología” sería una luz para reflexionar nuestro contexto a través de la intencionalidad, la intuición categorial y el a priori; es un llamado a tomar conciencia acerca de sí mismo, de sus experiencias, de los demás y de la realidad, entre otros; apropiarse del lenguaje con toda la implicación social per se de la “acción comunicativa”, para ver lo que otros no perciben, una señal para que los otros en uso de su alteridad expresen aquello desconocido por la persona, en su contexto. La fenomenología se convierte, así, en la carta de navegación que nos alerta y nos invita a descubrir la intencionalidad y el a priori en los otros, bien sean ellos sujetos o instancias de poder (medios); además, estudiarla en profundidad nos seduce a desarrollar nuestra intuición categorial, a conciliar la sensibilidad y los conceptos.

A través del método fenomenológico como investigación genérica, la evidencia, la razón, la subjetividad, la historia, la doxa, la conciencia, las vivencias y la verdad relativa, se avizoran otras direcciones para percibir la realidad y tomar distancia del absolutismo de la razón monológica. Así, podríamos alcanzar el ideal de formar personas “capaces de pensar por sí mismas y de responder por sus actos”, principio de autenticidad de Kant.

Plantea la complementariedad del “mundo de la vida” con la “acción comunicativa” un “mundo para todos”; pero el modo de vivir la vida, la manera de leer el mundo en nuestro contexto es excluyente: en Colombia 20.000.000 de personas viven en la miseria, según informe de CEPAL, a través de la telefarándula de RCN. ¿Cuáles son las intersubjetividades que juegan aquí, y cuáles los referentes para leer el mundo de la vida en la miseria?

Se podría decir que estas personas están desmoralizadas, dado que “un hombre desmoralizado es simplemente un hombre que no está en posesión de sí mismo, que está fuera de su radical autenticidad y, por ello, no vive su vida, y, por ello, no crea, ni fecunda , ni hinche su destino”, retomado por Adela Cortina. Cuando son tan marcadas las desigualdades y tan grande la miseria, es difícil que haya complementariedad entre el “mundo de la vida” y la “acción comunicativa”. No hay intersubjetividades, ni diálogos, ni participación, porque estos abismos sociales modifican los códigos de comunicación; entonces, en lugar de intercambiar perspectivas, se intercambian rencores y dolor, sentimientos que traspasan los muros de escuelas y colegios donde se colectiviza la violencia, y donde “La Fenomenología” se queda en su acepción de fenómenos naturales, y su comunión con el mundo de la vida y la acción comunicativa es, creo, desconocida, pues todavía impera la pedagogía del regaño , la coerción, la clase magistral, monológica, el maestro tiene la razón, mejor dicho, el positivismo en acción, contrario a las reflexiones en las cuales coinciden Kant y Husserl sobre la libertad y la ética, “la cosa en sí”.

En este sentido, la educación como derecho fundamental y principal eje para el desarrollo humano, aterrizada en nuestro contexto, se construye de manera exógena y se cimienta en la profundización de las áreas fundamentales (positivismo científico) con un interés técnico y práctico, alejándose bastante de las ciencias de la discusión y especialmente de “la fuerza de la filosofía que determina el sentido de la vida y puede ser definitiva para los fines superiores de la vida personal y debe serlo “ (Husserl)

Concebida la educación desde el método monológico y la razón instrumental evade las responsabilidades éticas, la participación, la acción comunicativa, “oculta el mundo de la vida”, la autonomía. Es una educación fundamentada en la “razón práctica”, distante de nuestra realidad, lo cual condiciona, casi regula nuestras experiencias. “Lo trágico de la ciencia positiva, dispersión de especializaciones y expertocracia...tecnificarse sin clarificación de sentido, sin filosofía, es decadencia” (Husserl).

No se educa el estudiante para leer “el mundo de la vida” y comprenderse a sí mismo, sino para competir y ejercer en el paradigma de la globalización donde el hombre se convierte simultáneamente en “medio, mercancía y producto”- Hemos llegado al punto de comercialización de los símbolos, en medio de un discurso nacionalista que deja por fuera el bienestar social, como es el caso de la bandera colombiana que, a manera de adorno, usamos en la mano, como prendedor, etc., convertida en otro artículo de consumo.

Desde esos espacios del saber estamos aboliendo la subjetividad, la intersubjetividad, la acción comunicativa; allí mancomunadamente con la maquinaría mediática, estamos “cosificando” a las personas; en consecuencia, a la sociedad misma.

En esta dirección, la escuela, en términos de Husserl, está siendo “colonizada” por el método científico, tomando distancia del método fenomenológico. Husserl “no desconoce la utilidad de la técnica; no se puede separar la condición humana de la vida misma con responsabilidad propia, ni se puede separar la responsabilidad científica de la totalidad de las responsabilidades de la vida humana en general”. De esta manera, la tecnociencia, biotecnología, informática y otras han sido creadas por el ser humano; pero no pensar en la fenomenología como constructo ético para el bienestar del ser humano y remplazarla por la instrumentalización y la búsqueda de la inmortalidad, tiene consecuencias fatales para los mismos creadores, la humanidad, léase, entre otros, las implicaciones sociales, biológicas, políticas, económicas y culturales de la clonación, los transgénicos, los chimpumanos...en fin. “Reducción de la fatalidad a la facticidad, gracias a la prosperity. (intencionalidad económica) de la ciencia y la tecnología” ( Husserl).

Con la acción del positivismo en la escuela, estamos fabricando “meros hombres de hechos”. La consecuencia de una educación positivizada, que erradica la subjetividad, la realidad, el “mundo de la vida”, la fenomenología de sus aulas, consiste en que la “vida se convierte en un negocio...las depreciaciones egoístas de la persona” (Husserl), y, en nuestro caso, catastróficamente, la depreciación de la vida misma, las limpiezas sociales, un pequeño roce, un empujón pueden convertir instantáneamente a una persona en una “liebre” (significa “ enemigo” en la jerga de las pandillas juveniles) y, consecuentemente, en una vida menos.

“La coacción militar, las torturas espirituales y de las necesidades económicas moralmente depravantes han develado la fatalidad interior de esta cultura”. La crisis de la cultura moderna, aparentemente estaríamos en la postmoderna, pero los vestigios del modernismo son evidentes, y en este sentido, la crisis de la cultura, desde la perspectiva de Husserl, está vigente en nuestro contexto, como consecuencia de la crisis de las ciencias y de la filosofía.
Al convertirse las ciencias de la discusión en descriptivas, han olvidado su génesis en las actitudes del sujeto en el “mundo de la vida”, se pierde el sentido de la libertad y de la ética.

Es Husserl propositivo; rescata el significado de la opinión (que, en nuestra realidad, está direccionada por los medios y las instancias de poder) y la expresión “el hombre es la medida de todas las cosas”, invita a “.descubrir el mundo como realidad universal y por el reconocimiento de la perspectividad y relatividad de cada cultura, de cada época histórica, cada grupo social y de cada individuo con respecto al mundo; además, la nueva actitud del hombre con respecto a su mundo circundante debe ser motivada por un interés crítico de los intereses inmediatos”

Concluye de una manera que abarca, para la fenomenología, lo mismo que para la teoría crítica: “la solución a la crisis de la cultura con una renovación del sentido moral de la sociedad con base en la educación. La consolidación de una cultura ética en el pueblo lleva a conformar una comunidad identificada con las ideas de la razón y con valores correspondientes a ella, “unidad comunista de voluntades, en oposición a la unidad imperialista” (Husserl).

“La positivización de las ciencias sociales es la causa de la crisis de la humanidad” (Husserl)


La educación como ciencia social y principal constructor del tejido humano, en nuestro contexto se ha instrumentalizado; centra sus procesos en los conocimientos científicos (positivización), pero lo más grave radica en que sobre éstos privilegia las metodologías; es operativa (llenar formatos, informes, logros, estándares), y no abre las puertas para que se desarrollen la reflexión, la crítica, la subjetividad y las intersubjetividades, entre otras.

En síntesis, la fenomenología y su tema, el “mundo”, están por fuera de nuestro actual sistema educativo

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