miércoles, 9 de julio de 2008

Dimensión afectiva en la formación ciudadana

DIMENSIÓN AFECTIVA EN LA FORMACIÓN CIUDADANA.

Se pretende resaltar los aportes de la Teoría de Erikson al desarrollo de la identidad del ser humano y, en consecuencia, a la formación cívica de los ciudadanos.

Desarrolla Erikson su teoría en ocho etapas, a través de las cuales los sujetos encargados de la crianza del niño ejercen roles vitales para la formación de competencias sobre el comportamiento cívico de los individuos.

En el primer estadio, se destacan las relaciones parentales, la importancia del afecto en la relación madre-hijo y, por extensión, de padres y otros familiares. Una relación nutrida de afecto en el primer estadio de desarrollo del niño opone la confianza a la desconfianza, y cultiva un niño optimista y lleno de fe, actitudes que redundarán, más adelante, en su comportamiento cívico.

Resalta el segundo estadio, la importancia de las relaciones parentales y de otros adultos, quienes deben valorar el esfuerzo del niño por controlar sus enfínteres y aspectos de su entorno en la búsqueda de la autonomía, el rechazo por parte de los adultos crea en el niño sentimientos de vergüenza, duda e inferioridad que repercutirá, de modo negativo, en el comportamiento cívico del adulto.

Tienen en el estadio tres, relevancia, de nuevo, desde su parte afectiva, las relaciones parentales; el estímulo que los padres ejerzan sobre sus hijos es vital para el desarrollo de la iniciativa en ellos. Conocemos la importancia de la iniciativa en la formación del liderazgo necesario per se para un buen comportamiento cívico. El rechazo de los padres hacia las nuevas actitudes del niño desarrolla un sentimiento de culpabilidad que afectará, de manera negativa, las relaciones sociales del adulto.

En el estadio cuatro, los padres y otros adultos deben estimular el aprendizaje y el desarrollo de destrezas del niño, favoreciendo, así, la industriosidad, cualidad necesaria para el trabajo y fundamental para el buen comportamiento cívico. Actitudes de rechazo en esta etapa del niño fomentan, en él, sentimientos de inferioridad.

De nuevo en el estadio cinco: las relaciones parentales y sociales constituyen el soporte para el desarrollo de la identidad del niño; encontrar el apoyo necesario en este afianzamiento de identidad estimula el sentido de pertenencia a un grupo, a un entorno y a una nación. La falta de apoyo de los adultos en esta etapa conduce a los adolescentes a la confusión de roles y a la desesperación.

En esta etapa, estadio seis: comienza la búsqueda de intimidad con un miembro del sexo opuesto; para que dicha relación sea gratificante, es necesario que el afecto y el apoyo de los adultos involucrados en la crianza del nuevo adulto haya sido satisfactoria. Lograr establecer esta relación de pareja constituye una fuerza para el buen desarrollo social; una muestra de comportamiento que facilita la supervivencia: la familia.

Es el estadio siete la etapa productiva y creativa de los adultos, que permite alcanzar el desarrollo humano concebido por los adultos siempre y cuando hayan recibido un alto componente afectivo previo para el desarrollo de un comportamiento cívico que les permita formar una familia y participar en la comunidad, entre otros.

Es la etapa ocho “la aceptación de la propia vida”. El epílogo exitoso de los estadios anteriores si se ha contado con una excelente mediación cultural, en la cual el afecto y, mejor aún, el amor constituyen la fuerza de una vida plena hasta el final.

Tienen los Estadios de Desarrollo formulados en la teoría de Erikson un eje transversal: EL AFECTO; es importante la calidad del afecto, la estimulación y el apoyo social que ejercen, en primera instancia, los padres para el desarrollo de la identidad del niño.

Es la vida del ser humano una permanente búsqueda; desde que nacemos, buscamos la fuente de nuestro alimento en el seno de nuestras madres; el calor humano que de ella recibimos y la gratificación que sentimos con ese contacto, seguimos buscándola hasta el final de nuestros días. Superados esos primeros meses siempre tratamos de encontrar apoyo en nuestros semejantes; una mirada, una sonrisa, tantas señales de afecto que son significativas en cada contexto.

Se constituye el afecto como protagonista en el desarrollo de la identidad del ser humano en el portal de acceso hacia un comportamiento cívico, una responsabilidad pública social no sólo aceptable, sino satisfactoria.

En la medida que el ser humano es capaz de recibir afecto, se está preparando para darlo; en este sentido, el afecto compromete cualquier acción del individuo, su responsabilidad consigo mismo, con sus padres, con su entorno, país, etc. Esa capacidad para dar y recibir amor es su motor y punto de partida para desarrollar cualquier actividad social: estudiar, trabajar, formar una familia, ser solidario con su comunidad, participar e inclusive liderar proyectos grandes o pequeños en búsqueda del bienestar colectivo. El afecto fortalece en los seres humanos la confianza en sí mismo y en los demás, la autonomía, la autoestima, la iniciativa , el trabajo, la identidad, la integridad; actitudes psicosociales necesarias para el bienestar propio y para el desarrollo de un comportamiento cívico y de una ciudadanía prolífica.

Crianza y convivencia cargadas de afecto, desde la perspectiva de Erikson, se constituyen en un estado ideal que se fortalece en la familia y ante las cuales la escuela tiene una gran responsabilidad social. En este sentido, todos los integrantes de la la comunidad educativa deben comprometerse afectivamente con sus estudiantes, deponer resentimientos, mal humor, erradicar discursos y actitudes “clasistas, racistas y sexistas”, prestar mucha atención a la toma de actitudes exclusoras, pues es posible que éstas formen individuos resentidos con sentimientos de inferioridad, de culpa y hasta con un alto nivel de crueldad.

Desde la teoría de Ericsson, es posible encontrar en parte la génesis de los problemas de violencia que padece nuestro país.

LA TEORÍA DE ERIKSON EN NUESTRO CONTEXTO: A MAYOR AFECTO, MEJOR COMPORTAMIENTO CÍVICO; A FALTA DE AFECTO, VIOLENCIA.
Se puede deducir que la teoría de Erikson se fundamenta en la importancia del afecto en las relaciones padres-hijos-compañeros-amigos-escuela-entorno, para del desarrollo de la identidad del yo.

Apropiarse de esta teoría como padres y maestros se constituiría en una herramienta potente para promover un cambio social positivo. Sin embargo, se pretende tender una mirada caleidoscópica a algunos aspectos de nuestro entorno en los cuales no se tiene en cuenta la importancia del afecto para formar un comportamiento cívico satisfactorio.

Es el primer entorno en el cual se identifica el niño: su hogar; allí, se consolidan los lazos afectivos con su familia y entorno y, en consecuencia , estas personas supondrían su fuente de identidad. Su espejo social a imitar. Pero en este hogar hay artefactos: el televisor, el control remoto, el computador, etc., se han convertido en artefactos, casi mentefactos, que modifican y delinean los comportamientos. A través de estos medios aparecen estereotipos de seres humanos que nos alienan y van moldeando nuestros sueños: la figura, el dinero fácil, el lujo... Consumismo. Y estos seres étereos se constituyen en potentes imágenes para imitar y conformar la identidad.

En las relaciones familiares que aparecen en la pantalla, prevalece el conflicto por encima del afecto; se promociona la promiscuidad, el deterioro de la familia como institución..En fin. Encontramos allí una transferencia del afecto familiar y de la identidad en nuestra manera pasiva de pasar el tiempo absortos por el televisor: “Mientras ves televisión, tu vida se detiene”, y así, en lugar de los niños imitar a sus padres como referentes y jugar inocentemente al papá y a la mamá, terminan imitando los modelos que la t.v. impone. Es una nueva identidad mediatizada y la vivencia de sueños prefabricados de niños y adultos.
Estas actitudes promueven la falta de identidad y de compromiso en detrimento de un comportamiento cívico a tono con las necesidades sociales en la búsqueda del bien público.

Desde el horizonte de Erikson, en la escuela el niño aprende a ser industrioso, y esta cualidad forma parte del desarrollo de su identidad, pero debemos dar una mirada hacia aquellos niños y niñas en nuestro país que tienen que saltarse este estadio porque no han tenido ni tendrán la oportunidad de acceder a la educación: los (as) niños (as) desescolarizados (as) por la extrema pobreza, trabajando en los semáforos de las grandes ciudades, donde más que producción encuentran caminos de abandono, soledad, vicio y violencia... Desplazados, etc. No aprenden estos niños no aprenden un comportamiento cívico satisfactorio donde redunde la preocupación por el bienestar común, ya que en su mundo sobrevive el más fuerte. No aprenderán a ser industriosos porque no tuvieron esa oportunidad de acceder a la educación, y aquí encontramos una de las grandes causas para que nuestra sociedad sea pobre y violenta.

En el primer estadio, confianza –desconfianza, Erikson enuncia la importancia del afecto de los padres hacia los hijos, para que ellos aprendan a tener confianza. En nuestro país habría qué revisar las estadísticas de los niños abandonados y maltratados, quienes crecen con odio hacia sus padres y entorno, y que van engrosando la lista de los violentos y desadaptados a quienes no les importa tener un comportamiento cívico ni siquiera aceptable. He aquí otra causa para nuestra descomposición social.

Hizo Erikson aportes importantes respecto a las interacciones de las generaciones. La mutualidad: casi se puede inferir que la responsabilidad más grande que tenemos los seres humanos es la de ser padres, ya que influimos de manera determinante en el desarrollo psicosocial y físico de nuestros hijos. Cabe aquí reflexionar sobre la clase de influencia que ejercemos en nuestros hijos a quienes vemos por ratos o los fines de semana después de agotadoras jornadas laborales, ¿cómo será la calidad del afecto que les brindamos?¿ Cuándo nos convertimos en padres proveedores, en despensas humanas, pero poco cálidos porque estamos cansados? Sea, pues, otra causa de nuestra realidad social: niños y niñas solitarios que buscan consuelo frente al televisor.

En el estadio uno, según Erikson, si el niño cuenta con una carga afectiva necesaria , sabe que sus padres atenderán sus necesidades y aprenderá a ser confiado y desarrollará la virtud de la esperanza, que, en su acepción, indica también tener paciencia y saber esperar; pero cuando el niño aprende a manejar el control remoto, quedará atrapado en la “cultura de la inmediatez” (Sartori) , y exigirá ser atendido inmediatamente y, así, en el transcurso de su vida ese aparatico minará su capacidad para esperar.

Se desprende, entonces, que padres muchos errores que cometemos: libertad sin restricciones, lujos para compensar nuestras ausencias. La crianza y la educación cargadas de afectividad construyen comportamientos cívicos satisfactorios. Niños (as) amados (as), ciudadanos (as) comprometidos (as).

No hay comentarios: