viernes, 2 de julio de 2010

Oh Literatura

MERCY, ES CUESTIÓN DE SEXO
Sentado en el patio de su casa, el escritor se encontraba en un lugar propio. Tan suyo, como sus palabras. Apoyaba la cabeza sobre sus bellas manos para que las ideas no se le cayeran.
Por primera vez, enfrentaba el pánico de la página en blanco:¡ imposible!, sí frente a sus ojos y sobre el papel había caminado el gusanito. Cuando lo vio, se encariñó de él, como si fuera un hijo y se sabe que los hijos ablandan hasta los corazones, más duros. El nuevo padre instaló con ternura al pequeño en el hipotálamo y ocurrió el milagro: ¡Era un esbelto cuento!
De nuevo estaba en su posición creadora, el cuerpo dispuesto para el acto creativo; la idea lo rondaba hacía mucho tiempo, el mejor tema: La piel; la piel despierta todo, hasta el amor. Entonces, tenía que catalizar el amor, nació Lina, casada con Manuel; pero no había luna ni había miel en ese matrimonio y apareció el insensato Oscar, insensato, así llamó Sábato al amante posesivo. De todas maneras Lina y su piel estarían incompletos sino fueran un proyecto y ¡ allí fue! Se atravesó el ensayo. Señor de señores.
Tantos años entregado a la literatura, ejerciendo además como periodista , escribiendo columnas literarias, políticas, ambientales, críticas y él no podía alcanzar a la reina, porque ella “es la única que se puede mover para todas partes”, condición que la hace muy esquiva.
Pero él vence o ignora y su mecanismo de defensa inherente a todo escritor, determinó llamarla Ripiosa. Después de todo, él era un escritor de peso y una reina ripiosa lo aburría.
El hombre de letras era firme, para él la literatura era cuestión de hombres; en sus columnas no aparecían ni Linas ni conies; tampoco Leonor, Piedad, Gladys, Janisse, isabeles, Laylas o Ana María. Alguna vez, de pronto, perdida entre 500 palabras, una Susana.
Continuó valiente con sus ingeniosos cuentos, señores ensayos, eruditas columnas. Los primeros, que gozaban de ser los más sencillos y dulces los protagonizaron Jesusa y Manuelita; Ellas ¡otra vez! Allí, está el sexo.
La literatura, la reina ripiosa, la columnas y la etérea Lina eran femeninas.
¡Pánico, alerta, hoja en blanco! Sus bellas manos, seguían sosteniendo las ideas; pero la mente se negaba a obedecer. La literatura era cuestión de hombres, la culpa era de la vaca que en ese mismo instante (efecto mariposa) caía con su pasta dura, golpeando fuerte, el pie izquierdo de una escritora a la sombra de la gloria e invisible.
Luz Dary E.
Cali, 02 de julio de 2010.

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